Cuando dos personas se encuentran en una relación estable y deciden formar un camino juntos, establecen metas y sueños que quieren cumplir con el paso de los años y junto con ellos llega el momento de saber y establecer el formar una familia.
Formar una familia puede ser todo un reto, pero también una ilusión ya que educar y formar a una persona desde cero puede llevar a la pérdida de tiempo de calidad y de momentos en conjunto de la pareja o en este caso de los padres.
No debemos de olvidar que antes de ser padres y antes de que llegará ese nuevo ser a la familia, son pareja y como tal deben de trabajar y seguir buscando espacios para construirse y encontrarse.
Ahora bien… ¿qué ocurre con la pareja cómo tal? hay quien habla de una pequeña crisis, de nuevos roles e incluso de sentimientos contradictorios. Hasta no hace mucho solía hablarse de que era común que el padre se sintiera “desplazado”, de que esa dependencia tan íntima del bebé con su madre dejaba a un lado la figura del padre.
Sin embargo, hoy en día, la crianza paternal es más activa y está más presente, lo cual nos invita a enfocar toda esa atmósfera privada de la pareja en relación con su hijo de otro modo, de otra forma más rica, más nutrida y positiva para todos.
Es normal que en esta etapa surjan nuevos retos, desafíos y complejidades que será mejor hablar y enfrentar en pareja, sin descuidar el vínculo, la unión y la magia que encuentran al estar juntos y compartiendo momentos que los distinguen y diferencian de otras parejas.
Asimismo, no podemos olvidar que la relación se construye en el día a día, y que es en el hogar y en nuestra cotidianidad donde se alimenta el amor más significativo, ahí donde nos tenemos en cuenta y nos alimentamos con buenos momentos, complicidades, caricias, risas y esos ojos que lo dicen todo sin necesidad de palabras… nunca olviden que antes de ser padres, fueron pareja.
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