"¿Debería yo regalar todo lo que tengo, Madre?", esa fue la pregunta que J. Robert Ouimet le hizo a la ahora Santa cuando tuvo oportunidad de conocerla.
Este cuestionamiento había resonado en su cabeza una y otra vez, pues no sabía qué hacer con un conglomerado de empresas que le fue heredado por su padre.
"No tienes nada qué regalar porque nada es tuyo. Todo lo que tienes te ha sido prestado por Dios; solo eres un cuidador", le respondió la Madre.
De este modo, la religiosa le dio a entenderle que debía ser un administrador y cuidador de los bienes prestados, y que, si quería hacerlo en los negocios, debía seguir la jerarquía del amor de Dios; primero su esposa, seguido de sus cuatro hijos y posteriormente cuidar de aquellos seres humanos que trabajaban en su compañía.
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